I Love You ~ HIM ~ Shortfic 8)

Antes de nada hago una breve explicación de que va y como nació.
La historia nace a partir de que me descargué letras de HIM ((acababa de conocerlos)) y tenía ganas de hacer un fic a apartir de una canción. Al final elegí esta porque se me ocurrió la historia.
Está terminada y la iré colgando en varios cachos para no agobiaros xD Va por trozos de canción. Es una historia muy rápida y previsible pero es que fue de mis primeras historias así que ser un poquito comprensivas jejeje. Evan me encanta *_* me gustaría tener uno de esos en la realidad xD y Blake... chs... supogno que tiene su puntillo ¿no? Alyssa la odio. Sin más.

Aquí la dejo y termino de daros la turra xD


I Love You

I love you.
I see it in your eyes.
I feel it in your touch.
I taste it from your lips
And baby, more I love you.



Te quiero. Dos palabras tan simples como que el sol, cada amanecer vuelve a nacer, pero a la vez tan complicado como poder entender el por qué.
Solo con mirar tus ojos vuelvo a respirar. Cada caricia me eleva al paraíso. El cielo no se puede comparar, y por eso estoy seguro de que iré a las entrañas del infierno por haber conocido el sabor de tus labios. Cada noche sueño con probarlos hasta saciarme, sabiendo que jamás lo haré. Y en la oscuridad solo tu sonrisa puede salvarme de caer al abismo



Can’t you see my darling that the harder I try the more we grow apart, please believe me. The sweeter the kiss, the colder turn your arms and the colder grows your heart and baby more I love you.



Era una noche cualquiera, con su luna y puntos de luz que deleitaban a los ojos. Caminaba rumbo a la playa para encontrarme con ella. Llevábamos unos meses juntos y sentía que nada nos separaría. Cuan equivocado estaba.
Al verla sentada en la arena, con todo su rostros iluminado por chorros de plata, sentí ganas de correr. Irme de allí y escapar de aquella divinidad, pero a la vez acercarme hasta ella. Parecía una diosa griega contemplando el mar con aquella expresión de dureza en sus ojos y sin una sonrisa en sus suaves labios. Toda esa mezcla provocaba en mí un deseo irrefrenable de besarla. Su melena azabache ondeaba mezclándose con la salitre del aire. Las formas de su cuerpo se marcaban sinuosamente bajo su vestido granate. Los labios rojos, inertes y tan bellos. En conjunto, ella enarcaba la perfección. Su nombre era Alyssa.
Me acerqué a ella y me senté a su lado sin atreverme a romper el silencio que reinaba. De reojo, la volví a observar, no como lo haría un científico a una prueba, más bien, como un simple mortal a una diosa. Su rostro estaba marcado por facciones endurecidas y su mirada era fría y calculadora. Sus rojizos labios me llamaban a la lujuria. Era la chica más popular del instituto, admirada por cientos y cortejada por otros tantos. Nadie, ni yo mismo, comprendía porque estaba conmigo. Su belleza era insuperable y yo solo era un chico del montón: cabello castaño, ojos marrones y facciones dulces que me aportaban un gesto de inocencia. Nuestras personalidades entraban en conflicto muy a menudo. Ella era fría, seca y orgullosa. Sin embargo, tan dulce y pasional como solo Alyssa sabía. Yo era tímido, retraído y muy cariñoso. Parecía más un niño que un adolescente con las hormonas revueltas, aunque esto último se cumplía en algunos momentos.
Quería a Alyssa pero no pensaba que este sentimiento fuese recíproco.
- Hola. – Su voz era seductora pero cargada de enormes oleadas de frío e ira. Cada día me paraba a pensar si en el fondo yo no sería algo masoquista o cómo era capaz de mantener una relación con ella.
- Hola. – Alyssa me miró a los ojos. Deslizo sus brazos alrededor de mi cuello y me besó con intensidad. Aquel acto me sorprendió pero le devolví en beso con la misma, o incluso más ganas. – ¿Para que querías verme?
Era complicado despejar la mente e idear una frase con algo de sentido cuando tenía sus labios recorriendo mi boca pero mi curiosidad era más fuerte que cualquier fuerza pasional. En su beso podía reconocer ese aire de ser examinado como si quisiese convencerse de que mis besos eran mejores que los de cualquier otro. Aquel gesto me desconcertó aumentando mis ansias de saber para qué demonios me había citado si nunca salíamos de noche, al menos no a la playa.
Deslizó sus manos por mi rostros hasta bajar a mi torso y cuando la miré ella desvió la mirada. Notaba como a cada segundo el calor que había invadido mi cuerpo iba desapareciendo tras un velo de frío provocado por su actitud.
- Te tengo que decir algo, Evan. – Su voz mostraba un matiz de tristeza y de nerviosismo, queriendo decir algo para no tener que volver a hacerlo.
- Pues dime. – esbocé una de mis mejores sonrisas, de niño inocente decía la gente, para infundirla ánimos a ella y a mí mismo. Siempre que me tenía que contar algo me esperaba lo peor algo como «Ya no te quiero» o «Quiero cortar contigo» y esta vez no fue menos. Controlaba los temblores y el frío que ya me había calado el corazón.
- Verás, no es fácil… Ante todo quiero que sepas que te quiero mucho… Creo que nuestra relación no funciona. He conocido a alguien y siento que tú y yo somos muy diferentes, lo siento muchísimo.
Me dio un beso en la mejilla y se alejó, marchándose de la playa con paso firme y sin volver la vista atrás. Cuando la seguí con la mirada, sin decir una sola palabra o hacer ademán de que se quedara, pude contemplar como se reunía con otro chico. Era más alto, rubio con una melena por los hombros y algo despeinado. Sus ojos eran ámbar y todo él era pálido como una hoja de papel y, por supuesto, infinitamente más guapo que yo. Me dirigió una mirada y le rodeó la cintura con uno de sus brazos. Su mirada reflejaba diversión, le hacía gracia que hubiese hecho aquello.
Me quedé una o dos horas más en la playa pero no podría asegurar si fue eso o no. Mi corazón se había roto por el hielo de aquella cruel dama del frío. Alyssa. Su nombre sonaba una y otra vez dentro de mi cabeza como un murmullo despiadado. Cada bocanada de aire me costaba un esfuerzo titánico y alguna lágrima impaciente se derramó de mis ojos. Cuando la máquina que limpiaba la playa comenzó su trabajo me fui de allí, dando de espalda a la costa itálica.
Cuando llegué al internado me dirigí a mi habitación. Aquel lugar era mi santuario, una habitación para mí solo. Mis padres trabajaban lejos por lo que me veía obligado a estar allí, aunque no me importaba. Me quité los zapatos y me tiré a la cama deseando que el día siguiente hubiese olvidado absolutamente todo.
La cabeza de mi cama estaba dirigida a la ventana y durante un buen rato pude ver el panorama que reinaba en la calle de noche. Sin previo aviso vi un par de sombras en los jardines del internado.
- Disfruta chaval… te va a durar poco. – me susurraba a mí mismo y en cierto modo maldiciendo a las mujeres, pero en realidad solo la maldecía a ella, nadie tenía la culpa solo yo. Mi persona era la culpable, por ser tan estúpido y haberme enamorado hasta la médula para al final acabar tirado en una cama viendo como una pareja daba un paseo. Cuando se fueron a lo lejos se fueron divisando otras dos sombras, tremendamente familiares. Era Alyssa y el tío aquel. Tras magrearse durante un rato se dieron un beso y se separaron. Ella se dirigió al edificio de las chicas y él entró. Ese chaval era tremendamente pálido y demasiado arrogante.
- De las miles de personas que viven en esta puñetera ciudad les tenía que ver a ellos. – Hablaba solo. Al parecer haber roto con Alyssa me había arrancado la poca cordura que quedaba en mí.
Me dejé llevar por el sueño hasta que la noche finalizó. Los primeros rayos del alba habían salido hacía ya tiempo. Había soñado cosas dolorosas pero al abrir los ojos olvidé todo y nada quedó salvo la tristeza y el frío.










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A ver que tal funciona esta historia ^^
Espero comentarios

Muchas gracias por los comentarios Netzara ^^
Ahora cuelgo el siguiente cacho hasta el otro trozito de canción.
Os dejo el link de la canción


I love you ~ HIM https://www.youtube.com/watch?v=WdV54kubP8Q&feature=related





Un sábado para cualquiera hubiese sido su sueño pero yo no sabía a donde dirigirme. Opté por darme una ducha y quedarme en la habitación. Aquella mañana no bajé a desayunar al comedor, simplemente comí algo de lo que guardaba en una mini-nevera. Cogí un folio, un lapicero y comencé a dibujar. Al principio simples trazos sin sentido y poco a poco se fueron convirtieron en una silueta que se alejaba hacia el horizonte en una playa. La música de HIM sonaba de fondo. Lo único que me hacía desconectar en aquellos momentos era ese grupo. Entre la música atiné a distinguir el suave golpeteo de un puño en mi puerta. Me levanté sin ganas esperando encontrarme con algún entrometido que ya se habría enterado de lo ocurrido. Abrí la puerta y me esperaba a cualquier persona menos a ella.
- Hola. – Seguía igual pero ahora solo la veía como otra persona aunque en el fondo mi corazón estuviese llorando. La voz seguía siendo igual de fría quizás con un deje de lástima. No la necesitaba. No quería ni lástima ni compasión.
- ¿Qué quieres? – Su rostro mostró una mueca de sorpresa ante mi tono cortante. Si pensaba venir a quedar como amigas lo iba a tener extremadamente difícil.
- Quería explicarte lo de ayer. – dijo Alyssa
- Quedó todo muy claro. – la corté.
- Es que… De verdad que lo siento pero tu y yo…
- No es necesario que digas nada. Lo entendí perfectamente y no necesito tu lástima así que no hagas algo que ninguno de los dos quiere que hagas.
- Yo lo quiero hacer. ¿Puedo pasar? – Ya había pasado a la habitación así que cerré la puerta y la miré desafiante.
- Como en tu casa. ¿Va a venir también tu amigo? Podríamos montar una fiesta, creo que sería una gran idea.
Alyssa hizo oídos sordos y se paseo por la habitación. Como no hablaba opté por sentarme en el escritorio a esperar lo que fuese a contarme. Se acercó a la mesa y vio mi dibujo. Una sonrisa triste se dibujó en su rostro y rápidamente le guarde en el Scriptorium que tenía debajo.
- ¿Quieres algo o no? – Jamás había oído en mi voz aquel tono cortante e hiriente pero hasta cierto punto me gustaba.
- Quería que al menos quedásemos con amigos. Te quiero seguir teniendo cerca.
- Oh, que bien… Yo a ti no te quiero cerca, no necesito tu compasión. Me las arreglaré solo.
- Por favor… estoy mal y necesito hablar contigo para poder explicártelo.
La idea de que ella estuviese mal me hizo soltar una carcajada interior. Ella mal. Tenía su lado cómico.
- Claro olvidaba que era yo quien te dejo a ti. Tú debes ser la que está mal, la que sufre, la que ha perdido en este juego. Por favor, ¡Deja de sentirte el centro del universo!
- ¿Sabes? también yo lo he pasado mal y siento haberlo dejado pero necesito hablar con alguien. Si quieres hablamos, si no me voy por donde he venido y no volveré a molestarte. – Su voz había dejado a un lado el tono triste y dulce para que la voz helada se abriese paso. Mi razón me decía que la dejara irse pero mi corazón, aun estando roto, la seguía queriendo a pesar de las circunstancias
- Está bien, te puedes quedar. – repliqué enfurruñado. Dentro de mi pecho sentía el furioso latir del corazón, amenazando con quedarse parada con una sola caricia suya. Por más sarcástico que intentase ser o cortante con ella en el fondo su pérdida seguía doliéndome.
Alyssa se sentó en la cama fijando la vista en el suelo sin saber bien por donde empezar.
- Evan lo nuestro no tenía futuro. No soy buena para ti. Eres como un niño dulce y cariñoso que aun no sabe que las personas no son buenas. Tú eres un ángel de la guarda, eres lo bueno que hay en éste mundo y la chica con la que estés el resto de tu vida será afortunada por tenerte al lado. – dijo con suma tristeza en su voz.
- ¿Me estás diciendo que me dejas porque soy demasiado bueno? – Me mostraba impasible ante ella. Todo lo que me decía era para mí una sarta de engaños para decirme que al fin y al cabo, era mejor estar así. Siempre me dije que no duraría pero pensarlo y vivirlo eran dos sentimientos que se contradecían por sí solos.
- Yo soy mala. No te merezco y necesito a alguien que sea como yo, alguien que sepa que no piense que soy la mejor persona del mundo y que tampoco él lo sea.
- Tu… “amigo”.
- Ahí quería llegar. Blake no es como tú. Él no es tan bondadoso como tú.
- Mira si has venido a restregarme…
- Déjame terminar. – me cortó de manera eficaz. – Él es un vampiro y ese es el asunto que te quería comentar.
- Oh, un vampiro… Claro, tonto de mí no haberme dado cuenta. En Italia hay un vampiro en cada metro cuadrado. Sin ir más lejos el otro día me encontré a cinco. – Aquella era subreal. No tenía pies ni cabeza. ¡Se habría vuelto loca Alyssa? ¿Y si el loco era yo? No. Yo seguía bien intentaba encontrar argumentos que me mantuviesen con los pies en la tierra, pero su mirada… Tan sincera, tan… Aunque doliese decirlo, enamorada.
- Estoy rompiendo las reglas al decirte esto. Seré breve pero por favor, necesito que me creas.
- Lo intentaré. – No sabía si dije eso para que se marchase o porque realmente lo sentía.
- Él me va a convertir esta noche y entonces puede que no pueda volver a estar contigo de la misma manera. No, espera a que termine. Él no es bueno y yo tampoco. Nos complementamos de alguna manera.
- ¿Y qué te ha prometido a cambio de entregarle tu vida? – dije con tono desinteresado. En el fondo una parte de mí la creía. La palidez de aquel ser, su hermosura… Tantos ínfimos detalles que podrían hacer creer esa teoría.
- Inmortalidad. Poder. Es lo que siempre quise Evan.
- Pues que seas feliz, Alyssa. – Me di la vuelta contemplando los jardines a través de la ventana. La vista se me nubló pero intenté que Alyssa no notase que iba a llorar.
- Será está noche. Siempe te recordaré. Eres un ángel de la guarda. Gracias por todo. – Me dio un beso en la mejilla y se alejó por el pasillo, cerrando la puerta tras su paso.




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Esta noche quizás cuelgue otro poquito.

Muy bueno, Favole, me ha gustado mucho.

Bueno, en cierto modo ella cree que lo merece, no? Lo que no sabemos es si Evan la va a dejar ir así como así o su forma de ser va a impedir que Blake la transforme. Ya veremos.

Sigue cuando puedas!!

Me encanta Evan *__*
Lo de que no es bueno ella piensa pues que es más frío, más independiente, mala persona pero sin rozar lo sádico o malvado. Pero ya se verá como acaba la cosa ^^
Y bueno Evan se comerá el coco pero por poco tiempo Aquí otro cachito y esta noche si puedo cuelgo la continuacion hasta el siguiente trozo de canción.



And you're in my heart my darling. The closer I get. The more you're out of love, don't you feel it. The colder your touch, the more it turns me on and the faster beats my heart. And baby more I love you.



Me tumbé en la cama pensando en nuestra última conversación. Por un breve instante incluso llegué a pensar que Alyssa vino para volver. No era así. Se iba a convertir en vampiro. Era una idea que me sonaba estúpida e infantil. Mi mente me decía que olvidase aquello y me pusiese a hacer algo para mantenerme ocupada. Sin embargo, mi interior, mi corazón, luchaba con la cordura para aceptar eso de que iba a ser vampiro. Una oleada de imaginación me golpeó trayendo imágenes de ellos dos. Estaban en el bosque pero precisamente no para “convertirse”. Sostuve mi cabeza entre las manos para intentar olvidarlo.
Ya daban las doce de la mañana y mi folio solo conseguía formar unos labios fríos y duros con unos afilados colmillos asomándose por ellos. En otra parte había unos esbozos de un bosque y dos sombras en el centro, abrazadas, pero una de ellas con una postura muerta, de forma que parecía que estaba inconsciente. Tomé de nuevo el lápiz y sin sentido alguno comencé a dibujar unos finos trazos que en su conjunto dieron lugar a un nombre: «Selene» Ese nombre susurraba en mi cabeza sin ninguna razón. La supuesta Selene era una chica que tenía un año menos que yo. Coincidíamos siempre en las salidas de las clases y en las entradas. Nuestros edificios eran vecinos y por si fuera poco le encantaba tanto ir a la playa como a mí. No me había fijado antes en estos detalles pero de pronto me di cuenta que la veía cada día y por si fuera poco lo que evocaba mi memoria era su melena castaña y sus ojos verdes. Podía imaginar cada gesto de su cuerpo y esa sonrisa que siempre esbozaba al verme. « Venga, Evan. Llevas un día sin novia y ahora te empieza a gustar una chavala que solo saludas. Estás muy mal, chaval.» Yo no admitía que esa chica pudiese empezar a gustarme pero era incapaz de negar que no me atrajera, que poco a poco se hubiera colado en mi mente. Selene… Era un nombre bonito, pegaba con ella. « ¡Quieres parar de una vez! »
Un paseo. Sí, esa era la forma de despejarme. El aire de la playa enfriaría mis enloquecidas hormonas. Cogí las llaves, el móvil y salí al pasillo de las habitaciones. El edificio estaba repleto de salas como la mía para los internos aunque gran parte estaban vacías porque los estudiantes solían ir a sus casas al finalizar las clases. Se podría decir que aquel internado era “pijo” pero en realidad estaba subvencionado y ciertas habitaciones, como era el caso de la mía tenían baño propio aparte de los comunes. Las paredes estaban cubiertas de una pintura naranja, al menos ese edificio. El piso inferior estaba conectado por unas amplias escaleras de madera. Abajo había un comedor inmenso y unos salones sin mencionar la biblioteca. Más de una tarde había pasado en aquella sala llena de libros. En las partes traseras de los edificios de habitaciones había canchas de baloncesto, campos de fútbol, pistas de tenis y volley y un polideportivo con gimnasio y piscina. En realidad aquel lugar era fantástico salvo por ciertas personas que deberían no estar allí. Fui hacia la entrada del lugar donde estaba el edificio de clases y que franqueaba la entrada al internado. Todos los lugares tenían jardines llenos de arbustos, árboles y flores que bañaban de color las primaveras y eran los portadores de cuando el otoño e invierno llegaban. Crucé el corredor y finalmente salí del recinto del colegio. A la salida me detuve a coger una rosa que había caída en el suelo. Estaba en perfecto estado y su color rojo sangre aun seguía luciendo impoluto. Jamás me habría detenido al ver una flor en el suelo pero en ese momento algo me llamó para tomarla. ¿Me estaba volviendo un tierno?
Fui atravesando las calles y a los cinco minutos ya estaba en la playa. Tras quitarme los zapatos hundí mis pies en la fina arena y me regodee del placer de los granos jugando entre mis dedos. Mi corazón seguía dolido por Alyssa pero solo el recordarla me traía otra cara a la memoria, Selene. Suspiré una vez más y exhalé el aire cargado de salitre y frescura. Me acerqué hasta la orilla de la playa y fui caminando dejando que las olas muriesen entre mis pies. Me detuve en seco a medio camino. No era posible. Era, decididamente, una locura. ¿O quizás no?
A mi derecha había una figura sentada en la arena. Sus largas piernas se flexionaban y en sus rodillas apoyaba la cabeza dejando que la melena castaña rozase levemente sus pantalones. Nuestra mirada se encontró y sin saber muy bien porque me acerqué hasta ella.
- Hola. ¿Me puedo sentar contigo? – Intenté mostrarme amable, de hecho quería serlo y probé a esbozar una de mis más tiernas sonrisas ante la cara de extrañeza de la muchacha.
- Sí, claro. – Selene mostró una sonrisa y de nuevo clavó su mirada en el mar. Estaba extraordinariamente guapa. Tan natural como la misma arena. Si la belleza de Alyssa se elevaba a una diosa intocable, Selene era todo lo contrario. Su hermosura era inalcanzable pero cálida y dulce. Una vez más me sorprendió pensar en ella como alguien a quien desease.
- ¿Qué haces por la playa? – dije en un intento de entablar conversación, no era una frase original estaba clarísimo.
- Intentar despejarme un poco.
- ¿Exámenes?
- No. Algo diferente. – Selene mostraba una voz algo nerviosa y triste.
¿Le incomodaría mi presencia? Siempre intentaba caerles bien a las personas pero esta vez mi corazón me decía que quería algo más que caerle bien.
- Oh. – Dirigí mi mirada a otra parte en busca de un bote salvavidas que me ayudase en aquella ocasión. No encontraba forma de explicar porque con Alyssa hablar era más fácil. Se supone que ella era más fría y costaría más pero recordé la primera vez que hablé con ella. Solo era capaz de balbucear algunas sílabas cada vez que ella me hablaba. Hubiese sido sencillo pensar algo sin el molesto repiqueteo de mi corazón que cada vez se aceleraba más.
- ¿Y tú? – La pregunta me pilló desprevenido y la miré. Vi de cerca aquellos enormes ojos verdeceos sinceros y terrenales. Incapaces de compararse con algo divino porque eran mucho mejores.
- Yo… Bueno, supongo que querría olvidar. – comenté desviando la mirada para no tener que seguir soportando aquellos ojos maravillosamente torturadores.
- Ah, sí, es verdad… Lo has dejado con Alyssa… - Pronunció aquella palabra con un tinte de melancolía y desesperación que no conseguí saber por qué.
- Ya se debe de haber enterado todo el instituto. Genial… voy a ser el tema central de todos los corrillos.
- Lo siento mucho.
- ¡Eh! ¡Oh! No te preocupes no lo decía por ti, pero he sido un estúpido. – Las palabras salían de mi boca sin freno, esperando ser escuchadas por esa chica que me miraba de forma que me permitía sincerarme.
- Siento que lo hayáis dejado. – dijo Selene desviando la mirada.
- Quizás haya sido lo mejor. Puede que el destino me tenga preparada otra jugada, con alguien mejor. – Nos miramos a los ojos y mi mano, en un acto reflejo tomó la suya con tanta rapidez con la que la dejó. Los dos nos sonrojamos y apartamos la vista. ¿La había tocado la mano? ¿Por qué me había gustado tanto?
- Yo… Lo… Siento – susurré. No era cierto pero supongo que en esas ocasiones es lo que se dice o al menos eso hacen los galanes de las pelis románticas.
- No te preocupes. Yo… Tú… Me… ¡Déjalo! No es importante. – Selene ya estaba de pie alejándose con una sonrisa forzada en sus labios. Me pareció ver que una lágrima caía por la comisura de los ojos pero solo debió de ser un espejismo. Me levanté a una velocidad vertiginosa para alcanzarla.
- Esto… ¿Te gustaría que volviésemos a vernos? – solté sin siquiera respirar luego por su posible respuesta.
- ¿En serio? – preguntó Selene extrañada.
- ¡Por supuesto! Podríamos ir al cine o a dar un paseo. Si quieres podemos quedarnos en las habitaciones o… - me detuve ante su mirada divertida y tras sonreír le ofrecí mi teléfono. – Toma. Mi número y correo. – Escribí unos números rápidos y sin orden con las letras del correo y se lo entregué.
- Gracias – dijo apuntando el número y correo en su móvil y dejándome una perdida.
- ¿Nos vemos esta tarde?
- ¡Vale! Te llamo luego y quedamos. ¿Te parece? – Selene se mostraba muy animada ante aquellas perspectivas, y yo no era menos que ella.
- Genial. – De pronto me di cuenta que aun conservaba aquella rosa que había cogido en la calle sin ningún motivo. Selene ya había andado un trecho y corrí para entregársela.
- Toma. No es gran cosa pero supongo que aunque yo no lo supiese, llevaba tu nombre. Es al menos tan hermosa como tú.
- Gra-cias. – Intercambió miradas entre la rosa y yo y finalmente, tras unos segundos de duda me dio un beso en la mejilla y se alejó con la flor en su mano.

Pues si que se ha dado prisa Evan en encontrar a otra. Aunque supongo que será mejor para él. Así se olvidará de Alyssa.
Y por otra parte... ¿qué esconde Selene?
Sigue pronto!!

Me quedé un rato más en la playa evocando su mirada y su sonrisa. Podría ser verdad que el destino me había preparado alguna sorpresa. Tenía tanta adrenalina en el cuerpo que lo único que pude hacer, después de dejar las llaves y el móvil en la arena, tirarme al mar. Podía sentir el frío de las aguas en mi piel mordiéndome, y a mí no me importaba. Solo pensaba en una cosa, más bien, en una persona. Di algún que otro grito para desahogarme. Algunas personas que pasaban por allí pasaban y me miraban acusándome de loco. Cuando comencé a sentir el efecto del frío salí del agua y me dirigí al colegio. Caminaba eufórico por las calles, con una sonrisa estúpida en mi cara. Siempre me había preguntado que se sentía cuando se estaba enamorado. Con Alyssa también. Y en ese instante me di cuenta de algo que debí de haber sabido hacia mucho tiempo, yo en realidad, no estaba enamorado de ella. La quería pero su pérdida hubiese dolido mucho más de lo que me resultaba a mí. Llegué corriendo al colegio y fui directo al edificio de las habitaciones de chicos. En los pasillos del piso superior me crucé con Leo. Él era mi mejor amigo. Destacaba más que yo y sobre todo entre las chicas. Era alto, musculoso, bronceado… El ideal de muchas chicas y junto a su pelo rizado y corto y su sonrisa cautivadora se llevaba a todas. Muchas veces me propuso enseñarme pero ante mis negativas y risotadas terminó por olvidarme.
- ¡Hey, tío! ¿Qué ocurre? Estás calado y… ¿Contento? ¡¿Qué locura has hecho?! Mira deberías... – No cesaba de hablar y de intercalar amenazas con supuestas tonterías que podría y no debía hacer.
- Leo. Leo. ¡Leo! – grité hasta que la gente de los pasillos nos miró de forma extraña. – He conocido a alguien maravillosa.
- ¡Si has cortado ayer! – replicó Leo.
- Pero yo no la… ¡Oh! Déjalo. Ya te lo explicaré. De momento tengo una cita pendiente con una dama. – le dirigí un guiño teatral y me encaminé a la carrera hasta mi habitación, dejando atrás a mi amigo y su cara desencajada por la sorpresa.
Llegué y cerré la puerta tras mí. Me di una ducha rápida dejando que las gotas de agua resbalasen por mi espalda y muriesen a mis pies. Era feliz. No sabía realmente a que venía tanta euforia pero Selene era diferente a los demás. Solo con un roce suyo me había intimidado y a la vez provocado. Jamás pude sentir algo parecido por Alyssa y sin embargo, aun me carcomía ese pensamiento molesto. « Me va a convertir esta noche » ¡Qué demonios! No podía creerme la primera idiotez que me dijese una chica guapa. Tal vez si fuese verdad. A lo largo de la historia se habían hablado de hechos extraños e inexplicables por qué no podía haber vampiros. Cerré el grifo y salí de la ducha. Me sequé con deliberada lentitud hasta que oí sonar mi móvil. Me lancé a coger aquel aparatito que en un momento resbalaba y no paraba quieto entre mis manos.
- ¿Si? – contesté rápidamente.
- ¿Evan? Soy Selene. Esto… ¿Te gustaría que esta noche diésemos un paseo? Podemos quedar antes o si te viene mal…
- ¡No! – corté casi en voz de grito. - ¿A las nueve te espero en la entrada principal?
- Muy bien. – su voz tembló en el aire durante unas centésimas - … Te quiero.
- Yo también… ¿Selene? ¿Selene?
Ya había colgado. ¿Eso último me lo había imaginado? No era posible que lo hubiese dicho. No sé cuanto tiempo estuve tirado en la cama esperando una señal de mi cerebro pero hasta que no dieron las ocho no reaccioné.
Ya estaba el comedor abierto. Bajaría a cenar con Leo y luego subiría a prepararme. Tenía un nudo en el estómago pero le debía una explicación a mi amigo. Me puse unos vaqueros, los mejores que tenía, y una camiseta azul oscura con líneas en turquesa y algún estampado. Tras despeinarme el pelo y ponerme unas playeras fui en busca de la habitación de Leo. Ésta se encontraba a la subida de las escaleras. Le llamé a la puerta y por suerte ya estaba vestido. Le agarré de la camiseta y le arrastré hasta el comedor. Por el camino y mientras nos echábamos la cena en la bandeja le expliqué toda la historia desde la playa hasta el encuentro con Selene.
- Joder. Te ha dejado por él es “mala” persona. Tío yo flipo con las pavas. – Bueno le conté casi todo, excluyendo la parte de vampiros pues me tomaría por un loco o a ella y eso conllevaría más de un rumor, y ya estaba servido con la rotura.
- Pues ya ves. – le contesté mientras me llevaba un trozo de pescado a la boca.
- Si las tías como Alyssa son muy guapas pero al final son todas muy retorcidas. Creo que Selene es mejor. Oye si tiene alguna hermana preséntamela. – insinuó Leo.
- Si eres tú el que me quiere liar con medio instituto, “Adonis” – repliqué mordazmente.
- Hay que saber utilizar el material de fábrica, si te arreglaras algo más y aprendieses un par de trucos serías casi como yo. – Leo era simpático, en el fondo. Ligaba bastante pero sus relaciones no duraban más de un mes. Él no sabía exactamente lo que quería pero siempre estaba para ayudarme en cualquier cosa.
- Menudo honor… -ignoró mi comentario y seguimos cenando entre frases de asombro e incredulidad ante mis nuevas dotes seductora. Miré el reloj y di un bote sobre la silla.
- Ya son menos veinte. Leo recoge por mí, por favor. – le supliqué dispuesto a subir las escaleras de tres en tres cuando recibiese su respuesta.
- Pero…
- Siempre recojo yo. – Leo puso los ojos en blanco y con gesto teatral añadió.
- Porque soy buena persona… Pero no te acostumbres demasiado, chaval.
- ¡Gracias! Nos vemos luego. – No sé si me logró oír pero hice tiempo récord en subir las escaleras e ir a mi habitación.
Me lavé los dientes frotando cada rincón con fuerza. Mi imagen en el espejo ofrecía un ser perfectamente preparado para una cita. Mi corazón golpeaba con fuerza en mi pecho. Sentía que la sangre iba y venía a una velocidad poco normal y que la temperatura en mi cuerpo debió de haber subido al menos diez grados en cinco minutos. Miré el móvil y opté por bajar. No era normal que los chicos llegasen después de ellas así que sería mejor estar siete minutos antes.
El aire de la noche rozaba mi rostro con extremo placer. Todo sería perfecto a excepción de un detalle, Alyssa. No sabía si creerla o no. A lo mejor sería bueno llamarla. No. Jamás haría eso. Si se metía en líos era su problema, yo me concentraría en mi cita con Selene. Llegué a un banco que había a la entrada del colegio y me senté lanzando un sonoro suspiro por no llegar tarde. Imaginé toda clase de escenas que podrían ocurrir aquella noche, de las cuales la inmensa mayoría, por no decir todas, eran de mi agrado. Giré la cabeza hacía la puerta principal y fue lo último que hice antes de perder la cabeza conscientemente.




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Ya queda poquito para finiquitarlo todo =D en último lugar habrá un apartado de POV de Blake Gracias por todo.

¿Por qué nos dejas así, Favole?
Quiero saber el fina, por favor.

I see it in your eyes.
I feel it in your touch.
I taste it from your lips
And baby, more I love you.



Un fino vestido negro cubría parte de su cuerpo escultural dejando entrever unas curvas sugerentes y muy sensuales. Su media melena castaña caía por sus hombros de forma rebelde pero con una elegancia fantástica. Las esmeraldas que sustituían a sus ojos brillaban llenas de alegría y timidez. Su espalda estaba al descubierto simplemente tapada por unos finos hilos negros que se entrelazaban entre ellos. En el cuello llevaba un colgante con forma de luna que estaba acabado en plata. Unos pendientes pequeños se colocaban en sus delicadas orejas cubiertas parcialmente por su pelo. Tenía alguna que otra pulsera pero no destacaban al compararlas con sus infinitas piernas que morían en unos zapatos negros con algo de tacón. Su imagen, era en sí, inigualable. Preciosa. Una palabra como esa se quedaba corta con lo que realmente era ella, la encarnación de los más puro y hermoso del mundo.
Ella se fue acercando a mí y pude distinguir el olor de un perfume tan embriagador que haría perder la cabeza a cualquier hombre que pisase la tierra. Me levanté rápidamente, calculando que mis piernas no flojeasen ante ella.
- Ho-la. – tartamudeé.
- Hola, Evan. – sonrió Selene y noté como enrojecía levemente. Me imaginé si yo estaría igual de sonrojado pero intenté no centrarme en ello.
- Estás…
- ¡¿No te gusta?! – preguntó temerosa ante mi posible negativa.
- Preciosa. – susurré sin apartar un solo segundo mis ojos de los suyos. Aquel momento de intercambio de miradas me pareció realmente fantástico. Mi corazón latía sin un segundo de tregua amenazando con pararse en cualquier momento. Su mirada reflejaba ilusión, timidez, alegría, miedo… tantos sentimientos que me era completamente imposible adivinar que pasaba por su cabeza. Quería abrazarla e irme con ella. Quería gritar de pura euforia, saltar de emoción, reír por estar allí mismo con ella. Lo único que no deseaba era echar a correr y alejarme porque eso sería el peor sacrilegio del mundo.



I see it in your eyes.
I feel it in your touch.
I taste it from your lips
And baby, more I love you.



En aquellos momentos solo pude sentir como la cogía de la mano, sin conciencia, y nos alejábamos rumbo a la playa o quién sabe a dónde. Solo me importaba ella. Puede que no fuese una belleza divina porque era mucho mejor, era una chica de carne y hueso, un placer terrenal, que los dioses habían puesto en mi camino y yo, no pensaba desaprovechar la ocasión.
Hablábamos de tantas cosas… Era fantástico. Cada palabra y cada carcajada, cada mirada y cada una de sus hermosas sonrisas. Podía pasarme una eternidad contemplándola en silencio, porque no me cansaría de ello. Su esbelto cuerpo sobre la arena al anochecer, el mar muriendo a sus pies, su piel bañada por la luna y sus ojos perdidos en la inmensidad. Deseaba abrazarla y besarla hasta saciarme, sabiendo que jamás ocurriría eso. En aquel momento supe a ciencia cierta que la quería.
Me senté a su lado sobre la arena y tomé su mano de forma delicada.
- Te quiero. – susurré
Selene me miró y sonrió, una sonrisa que podría salvar a cualquier alma castigada al peor de los tormentos. Apoyó su cabeza sobre mi hombro y así pasó la noche, entre besos y caricias que se perdían en el efímero tiempo de nuestra juventud. Quería derrochar cada segundo con ella y perderme en su boca de miel.
Volvimos a la madrugada al internado, cogidos de la mano. Nos despedimos con un intenso beso y un intercambio de palabras que, ahora mismo, no tienen ninguna importancia. Al subir las escaleras fui recordando aquella cita. Me tumbé en la cama y Morfeo vino a acunarme entre sus brazos, ofreciéndome una tranquilidad perfecta, lejos de Alyssa.
No fue el único día que estuvimos juntos, pues cada vez éramos más inseparables. La pedí salir y tras su respuesta fuimos novios desde entonces. Los días pasaban con sopor y las noches demasiado rápidas para nosotros. Alguna vez me acordaba de Alyssa y su misteriosa salida del internado. Aquel día, el supuesto de la “transformación”, se supo que había dejado el colegio. Los rumores que corrían era que se había fugado con aquel chico de cabellos de oros, en busca de una aventura o una vida romántica. Solo se que jamás la volví a ver. A veces su recuerdo acudía a mí para ser sustituido por Selene. Ya no la quería como antaño, y siempre que admito eso, sonrío. En el mundo solo quedaba algo que me importaba: Selene. Sus ojos, su piel, sus manos, su cabello y cada uno de los restantes huecos de su perfecto cuerpo.



- ¿En qué piensas, Evan? – preguntó Selene extrañada.
- En un cuento de hadas.
- ¿Un cuento de hadas? – insistió de forma divertida.
- Exacto. – respondí mirándola a los ojos.
- Pues cuéntamela.
- Verás, todo empieza cuando un humilde villano acude a una playa y se encuentra la criatura más hermosa que pisaba la faz de aquel mundo. Cabellos castaños, ojos hechos con esmeraldas, piel tallada por los mejores escultores; una criatura fugada del Edén. Él le regaló una gentil rosa a esa bella dama que se fue a enamorar de un pobre hombre que no poseía nada, salvo su inmenso amor por la dama.
- Pero a la dama no le interesaba las posesiones, tan solo quería estar con ese campesino, pues en el amor no había clases sociales. Ella daría su vida por él.
- Y desde entonces llevan juntos, perdidos en un mundo triste y gris que, junto a la dama, se convierte en el lugar más hermoso. – terminé diciendo.
- ¿Y cuál es su futuro?
- Bueno, cuentan las leyendas que nada podrá separarles pues fueron bendecidos por el don del Amor Eterno. Así que supongo que vivieron felices y comieron perdices. – añadí.
- Pues la bella dama ahora mismo solo quiere un helado de vainilla compartido con el humilde campesino.
- Y el campesino, aunque pobre, es noble, le ofrecerá todos los deseos a esa bella dama que ha robado su corazón.
Selene rió ante mi historia y tras un beso intenso pero tierno, nos alejamos por la playa hasta perdernos, acompañados siempre por el otro y por un mar que contempló como nos amábamos para toda la eternidad.



I see it in your eyes.
I feel it in your touch.
I taste it from your lips
And baby, more I love you.



Fin.






Siguiente cacho, Blake

Increíble!
Necesito el otro cacho ya!

Vamos a entrar con Blake. ültimo trozo de la historia. A mi me cae bien... es así como un alma perdida, no le importa hacer cosas malas si con eso se salva ^^ es majete Pero a ver que os parece. A quien no le caiga bien Alyssa le gustará.



Blake




Haber separado a aquel estúpido niñato había sido lo más fácil, y divertido. Alyssa era fácil de controlar. Podía sentir como el corazón de aquel muchacho se rompía en pedacitos y como la presión en su pecho aumentaba sin ningún obstáculo, aun así, él se esperaba algo así y podía ver que llevaba tanto tiempo temiendo esas palabras que tampoco lo pasaría tan mal.
La noche ya había tomado la pequeña ciudad y la sed me carcomía. Mi mente me incitaba a entregarme al placer de aquella adolescente, pero sería más gratificante esperar. Jugar con las presas. Podías engañarlas, separarlas de todos, hacer estupideces, o cualquier cosa y finalmente, tras una promesa se entregaban sin reparos, el éxtasis en su estado más puro se conseguía mediante el juego de la seducción.
Aquella muchacha era muy guapa pero carecía de sentimientos por el resto de la humanidad. Su alma tan solo creía en el placer momentáneo y en sí misma, lo que ella creía de sí era que poseía la belleza divina. Podría ser hermosa pero cualquier otra mujer poseía más belleza interna que ella y al fin y al cabo, como un niño, uno se cansa de los juguetes nuevos y bonitos y vuelve a los viejos, los que de algún modo tienen sentimientos y son mucho más hermosos.
La sangre de ella me llamaba una y otra vez y cuando ya notaba que me encontraba al borde de morderla, la llevé rumbo a al Internado. Por el camino no sé sobre que hablamos porque me esforcé en controlar mi sed para no acabar con ella. Solía susurrar alguna afirmación y monosílabos y cuando ella se paraba y me miraba con cara enfadada me entregaba a un beso uniendo nuestros labios. Al fin y al cabo, el ser vampiro no me negaba disfrutar de placeres puramente humanos, yo también podía besar y hacer el amor como cualquier otro. El internado se dibujaba en el horizonte y apreté un poco el paso sin que Alyssa se diese cuenta. Deseaba llegar allí para correr a buscar una presa. Mi mente, poco oportuna, imaginaba jóvenes entre mis brazos que perdían la vida mientras yo saboreaba en mi paladar el dulce néctar de la sangre. Cuando alcanzamos la meta, está vez sí, presté atención a mi chica. Nos besamos y abrazamos durante un buen rato y probé a sobrepasar los límites. Bajaba mis manos y recorría su cuerpo con ansia y diversión. Era una escultura tan bella, era una auténtica pena que fuese a morir la noche siguiente. Besaba realmente bien, pero sin sentimientos como todo lo que ella poseía, una existencia puramente hueca y sin sentido. No se hacía preguntas como el resto del mundo, no investigaba sobre temas que la interesasen, ni siquiera hacía cosas que la gustasen. Solo realizaba actividades lucrativas para regalar envidia y ganar popularidad. Tras un rato de placer nos despedimos y me introduje en las sombras viendo como se alejaba hacia las habitaciones femeninas. Ella vivía en su casa pero algunos días se quedaba a dormir en la habitación de una de esas amigas falsas, como ella, que buscaban usurpar su puesto de reina del instituto. Aquello parecía un continuo murmurar a las espaldas y planear golpes de estado contra las Altezas.
Cuando noté que ya estaba suficientemente lejos me alejé hasta llegar al bosque. Con un rugido de furia corrí en busca de una buena captura. A aquellas horas no había gente por las calles pero algunos jóvenes despistados se alejaban solos hacia su casa. Una muchacha bajita de pelo color miel se había despedido de sus amigos y buscaba la tranquilidad de su casa. Sondeé su mente y vi que su hogar estaba al menos a un kilómetro de distancia. La chica llegó a una curva de donde jamás pasó. La tome de la cintura y apretando mi mano en su boca hinqué los colmillos en su cuello. Ni siquiera notó que hacía, tampoco vio el rostro de su asesino. La sangre inundaba mis venas y arterias llenándolas de vida. Su joven corazón palpitaba cada vez con menos fuerza hasta que paró completamente. Llevé su cuerpo hasta un acantilado y lo arrojé para que el mar alejase sus restos.
Lo que quedaba de noche lo pasé tumbado en el tejado de una casa esperando el amanecer. Todo el mundo creía que el sol dañaba a los vampiros, más bien, les mataba. No estaban del todo equivocados pero no nos mataba, simplemente nos debilitaba y nos dejaba más expuestos a nuestros enemigos. Aquel amanecer bostezaba rayos de sol y teñía un cielo de nubes naranjas y fondos cobrizos hasta que el azul se abrió paso en la mañana. No había quedado con Alyssa, sabía de sobraba que acudiría a despedirse de Evan. Eso era lo mejor. Aquella vez mi juego consistía en hacerle creer que la convertiría para que viviese una noche perpetua junto a mí, pero así sería más fácil saborear su sangre si no oponía resistencia. La prometí belleza eterna e inmortalidad, un amor duradero y cientos de adoradores como si ella fuese una auténtica diosa. Me carcajeé de mis propias mentiras pero sobre todo de la ingenuidad del ser humano, cómo a cambio de la inmortalidad vendían todo, incluso su alma humana. Alyssa me prometió que no le diría a nadie lo de mi condición pero estaba absolutamente seguro de que se lo contaría a Evan. Tras la apariencia de estatua fría y calculadora, Alyssa era una persona en busca de la aceptación y aquella ruptura la había dolido, puede que más que a Evan. No me preocupaba que se enterase puesto que por lo que había sondeado en la mente de Eva, era un chico con los pies en la tierra y no creería esa sarta de mentiras, y menos detrás de esa ruptura tan “diferente” a las demás.
Cuando el cielo ya había invadido escalones más altos en el cielo me decidí por ir a la cueva de la playa donde no solía haber gente a esas horas. Quería mantenerme en plena forma hasta el anochecer así que dormiría esa tarde. La cueva estaba llena de marcas de erosión y una parte del mar se colaba hasta lo más hondo. En la entrada había restos de cristales de los botellones que hacían los adolescentes y alguna que otro preservativo tirado por la arena. Fui hasta el fondo donde reinaba la oscuridad y me tumbé hasta que el sopor de Morfeo acudió a mí. Lo último que pensar antes de cerrar los ojos fue en la noche que pasaría.
Ya atardecía cuando desperté. Había quedado en la linde del bosque con Alyssa para su “conversión”. Ella no se despidió de sus padres pues no sabía que su futuro era la muerte. Coloqué una carta de una suicida dentro de un sobre en el porche de su casa. Mi mano no tembló en ningún momento y tampoco me arrepentía de lo que estaba a punto de hacer. Para finalizar fui a buscarla. Se encontraba en la linde, tal y como le dije. Llevaba puesto una minifalda negra con sandalias doradas y una camiseta roja carmesí cubierta por una fina chaqueta de tela negra. Su pelo tan negro como la propia noche se movía al compás del viento marcando una deliciosa melodía con su corazón. Podía sentir el palpitar de la sangre contra sus venas y como el miedo y la impaciencia la consumían por dentro, mientras deseaba entregarse a una vida inmortal.
- Hola, belleza. – dije mientras la guiñaba un ojo.
- Hola, Blake. – en su voz se notaba un leve temblor imperceptible para el oído humano, pero fácil de reconocer para mí.
La tomé de la mano y me adentré un poco más al bosque. Pensaba llegar a la parte más inescrutable para poder relajarme, si esa era la palabra. Su pulso me taladraba la piel de la mano y su calor iba extendiéndose poco a poco pro cada rincón de mi cuerpo. Notaba la sed en la garganta y una en mi mente me incitaba a terminar aquello cuanto antes.
Al llegar al lugar indicado la coloqué frente a mí y sonreía maliciosamente mostrándome mis colmillos. Pude ver una expresión de terror que fue sustituida por la duda.
- ¿Aún lo deseas? – ronroneé
- Sí. Estoy lista…
Me acerqué más a ella y coloqué mi boca en su cuello. Recorrí cada centímetro de piel que le recubría esta parte a besos. Tan solo cesaba para notar el suave latido de su corazón. Parecía una melodía compuesta por querubines que llamaba a la tentación, al pecado. La sed acusaba más en mi cuerpo y necesité todo mi autocontrol para alejarme del cuello y explorar su boca en un último beso. Los humanos pensaban que los besos eran deliciosos por llamarles de alguna manera. Creían que el placer se centraba en un beso, ni siquiera se acercaban al placer. La sangre recorriendo el paladar y resbalando por la piel de tu víctima, los latidas apagándose como en los fuegos artificiales odias que llegue la traca final pues sabes que todo tendrá fin ahí. Era un querer terminar y no dejar de experimentarlo. Indescriptible es la palabra que más se acerca para definir el conjunto de sensaciones que se mezclan.
- Lo siento tanto. Lo pasé bien contigo. Y hasta le has hecho un favor a Evan ¿Sabes? Ahora tiene una persona realmente perfecta para él. – dije en el último momento, justo antes de acabar con su vida.
Su mirada mostraba sorpresa y por una vez, pánico. Sonreía con malicia mientras le di un toque final a su expectación.
- No, cielo, no. Hoy no te convertiré, a decir verdad nunca. Solo eres mi presa, preciosa. Por otra parte has malgastado tu adolescencia en una serie de prioridades como la popularidad y el materialismo que han destruido tu vida. Evan no te merecía. Pero supongo que ya es tarde para cambiar ¿no?
Y clavé mis colmillos en su cuello. La sangre comenzó a fluir como un río escarlata. Entraba por mi boca y mis labios notaba el calor que producía y mi paladar saboreaba cada ínfima gota que recorría mi boca. Mi cuerpo iba llenándose de vida y calor humano. Recorrí la mordedura con mis labios experimentando una sensación de placer infinito. Volví a probar de aquella presa de pelo azabache y fríos labios. Su sangre se clavaba en mi cuerpo como un filo metálico pero en vez de dolor solo sentía ansias de continuar. Continué degustando aquel manjar hasta que su vida se apagó.
Saqué una pistola que oportunamente había llevado y la coloqué en sus manos, posando el cañón del arma en su sien mientras presionaba un dedo para terminar con un tiro en la cabeza. Así todo encajaría.
Su cuerpo permaneció en el bosque mientras me alejaba aun lamiendo los restos de la sangre que quedaban en mis labios.
Al día siguiente pude ver como transportaban el cuerpo de Alyssa al laboratorio forense y como tras su familia, acudió Evan. Selene le acompañaba y cuando éste vio a su ex-novia dejó correr unas lágrimas. Ella le cogía de la mano mientras el dolor se reflejaba en su rostro. No le caía bien Alyssa pero en el fondo, ella pensaba que nadie merecía la muerte como castigo. Me quedé en la pequeña ciudad unos días más para ver que tal llevaban la situación Evan y Selene. El dolor fue remitiendo en sus corazones y poco a poco la vida volvió a su cauce. Ninguno se echó la culpa por la muerte de la compañera y Evan no se acordó de las “absurdas” historias que Alyssa le había contado sobre vampiros.
Cuando todo recuperó su antiguo estado emigré a otros lugares de Europa tomando a víctimas y siguiendo con mi juego mortal. De vez en cuando me acordaba de aquella pareja de adolescentes que habían formado una familia y se habían amado hasta el fin de sus días, y en las noches mas solitarias les envidiaba, quizás por poder amar, tal vez por tener una familia y echar raíces o puede que por poder morir.
La eternidad se antojaba tortuosa en los mejores días, y más cuando solo un alma la recorre solo. Algunas veces me dejaba llevar por la ansiedad del silencio y gritaba a los dioses por volver a ser un mortal. Nadie contestaba a mis suplicas. Otros días, simplemente, quería olvidar y me encerraba en mi propio mundo en busca de respuestas para mis preguntas. El tiempo pasaba y yo seguía allí mientras a mi alrededor seguía el ciclo de vida que yo alteraba. Mataba y nunca moría. Odiaba pero nunca amaba. Todo era diferente para mí. Me alimentaba de vidas aunque realmente ni siquiera estuviese vivo. Eran tantas las dudas que a veces sollozaba de pura confusión y regueros rojos cubrían mi cara, manchando cada poro de mi piel del aroma y sabor de la sangre que había arrebatado a tantos. Porque al final nadie me acompañaría en mi viaje. Solo estaba yo, y solo quedaría yo por el resto de los tiempos hasta que la Muerte decidiese llevarme junto a ella. Tan solo tenía por compañera a la soledad el resto de la eternidad, y así sería hasta el fin de los tiempos.

Me encanta, Favole!
Pobre Alyssa, que ingénua, pero así son las cosas.
A ver cuándo te animas a escribir otro fic

Netzara, bastante uena la poesía, a mi también me gusta. No te preocupes por lo del paralelismo, es un recurso que, en mi opinión, queda bastante bien.

Muchas gracias chicas. Bueno al menos sé que tengo dos lectoras xD
Es que Alyssa había hecho dañó a Evan y a Evan nadie le hace daño ¬¬ así que elegí el final que merecía ((o quizás no)) y que era la "pura realidad" en esta historia jejeje.
A mi Blake me parece simpático no sé, tiene un algo especial ^^
Jo! Netzara me gusta la poesái yo con 13 años no escribía esas cosas, de hecho ni escribía para ser sinceras xD Me gusta que pongais vuestras anécdotas ^^
Ahora estoy trabajando en un fic que me gusta pero me he quedaod trabada porque tengo que buscar el centro de la historia y luego el final que me trae de cabeza Pero le encontraré!!! Además es que el epílogo le tengo pensado 100% xD

No sé si colgaré aunque sea para que leais vosotras dos.
Gracias por leerme ^^

Besos

Historia compartida?? Dime donde es que me paso en cuanto pueda xD Jajaja yo tengo una en mi foro con una amiga pero es que nadie cuelga así que está aquello abandonadillo.
Espero con ansias la respuesta xD

Besos

Aquí es la historia compartida, Favole. A ver si entre todas sacamos algo