Recuerdos que duelen

Perdón por tener este fic tan abandonado, pero tuve el problema de que se me borró el último capítulo y he tenido que volver a escribirlo. Gracias por pasaros.

Cuelgo el siguiente trozo, aunque no es un capítulo entero.

XVI- El miedo

El miedo es, sin duda, uno de los sentimientos más curiosos de todos los que poseemos. Y también el más inoportuno. Siempre estaba ahí cuando menos lo necesitabas. Aunque claro, a veces podía llegar a salvarte la vida. Otras veces simplemente te embotece la mente, haciendo que te agarres a lo primero que encuentras para no caer en la desesperación y en la locura. Teníamos demasiadas que perder en aquello. Y no se nos olvidaba.
La distancia que nos separaba de Noverim era relativamente escasa, de modo que el miedo empezaba a hacerme cosquillas en la tripa tan desagradablemente. No sabíamos lo que nos íbamos a encontrar. Y dábamos por hecho que cada uno nos habíamos formado una idea de lo que nos esperaba a unas millas. No sabíamos si era adecuada o no, pero era una idea. Una idea verdaderamente terrorífica.
Discutimos varias veces sobre cómo entrar en la región. Si era como esperábamos habría defensores en la frontera y no nos lo pondrían demasiado fácil. No siendo Evarion quien era. Estuvimos dando vueltas alrededor de la frontera, sin ser vistos, un par de días, tanteando el terreno para formar un plan medianamente certero.
Aquella sería la última vuelta de reconocimiento del terreno que haríamos antes de abordar el problema. Los nervios y el miedo a flor de piel. Nos iban a coger, de fijo. Dejamos los caballos en el bosque, fuera de la vista de cualquiera, y nosotros nos dispusimos a entrar por una zona poco vigilada. De repente, oímos moverse las hojas de unos matorrales. No era el viento. El sonido era demasiado pesado para haber sido producido por el viento. Me encontré con los ojos de Evarion, a la defensiva y con todos los sentidos puesto en el ataque. Desenvainó tan rápida y silenciosamente como pudo. Se acercó al matorral, la espada fuertemente asida. Hizo un movimiento rápido al darle la vuelta al arbusto y oí caer un cuerpo detrás.
-Por Dios, Evarion, que soy yo – dijo una voz desconocida.
-Idiota – refunfuñó Evarion -. Jasel, eres un completo idiota.
Suspiré alivida al oir la voz de Evarion tan relajada. Al menos él no creía que aquel muchacho fuerse un problema.
-¿Qué haces aquí? - dijo el muchacho.
-Es mi casa. Vengo cuando quiero, ¿entendido?
-Como te fuiste con... ¡Ay!
Se hizo un breve silencio, interrumpido por Evarion.
-Íobrel, no hay peligro.
Dí la vuelta al arbusto y me situé justo detrás de él. Jasel arrugó la nariz al verme. Supongo que yo no era de su agrado. Y menos en las circunstancias en que nos encontrábamos.
Jasel era un muchacho de lo más corriente, aunque tenía algo que le daba un toque de distinción, no sabía muy bien lo que era. Quizás la mirada inteligente, pese a que a veces pareciese el mayor idiota del mundo. Le recordaba de haberle visto en los entrenamientos. Era de la quinta de Evarion, quizá algo más jóven (en aquel dichoso lugar nunca se sabía qué era verdad y qué mentira), y la verdad es que la relación entre ambos parecía ser más que buena.
De repente el tono distendido de la conversación pasó a ser serio. Formal. Odiaba las formalidades, por mucho que hubiese que conservarlas a veces.

Hola hola! Bueno no me he perdido tanto oye XD
Esta muy bien continualo y avisame XD

Ante todo, perdón por haber faltado tanto de este fic. El problema es que tenía pensado editarle desde el principio, intercalando capítulos en los que el narrador sea Evarion, pero como veo que me va a llevar bastante tiempo y no creo que me salga bien del todo, voy a continuarlo con lo que tengo (a penas es un capítulo más, pero yaseguiré). Os dejo lo que faltaba del capítulo anterior, que lo puse fraccionado. Y gracias mil por pasaros, tanto en este como en el otro.

Jasel nos condujo bosque adentro. Los rebeldes habían construído un campamento en un lugar donde no pudiesen descubrirlos. Las tiendas se agolpaban aquí y allá, confundiéndose con los árboles y matorrales. Entramos en una de un tamaño mayor a las otras. Los reyes estaban allí. Sus rostros habían cambiado. Ahora tenían un aspecto mucho más longevo, más desolado. En cuanto la reina vio a su hijo se levantó de un salto del taburete en que reposaba y se tiró a sus brazos. Sus ojos derramaban transparentes lágrimas mientras lo abrazaba. Sabía al menos que tenia a uno a salvo. Y me acordé de mi madre, porque ella debería estar con la incertidumbre en aquellos momentos.
La mirada del rey se cruzó con la mía un instante, severa, y un escalofrío y la certeza de ser la culpable de la desdicha de todos ellos me invadió con aquellos ojos verde oscuro.
Al fin la reina deshizo la presa de alrededor de su hijo. Le sujetó la cara entre las manos y le miró a los ojos.
-Estoy bien, mamá – dijo él cogiéndola de las manos -. Estamos bien.
Un ligero asentimiento con la cabeza fue el único saludo entre Evarion y su padre.
De repente pasé a ser tan sólo una espectadora que ve la vida pasar, la vida de los demás. Y habís sido yo la cualpable de aquello.
-¿Cuál es la situación? - dijo al fin Evarion.
La reina fue a sentarse en una rústica silla, invitándome a ir a su lado, para acompañarme en la visión de los hechos. Me senté en una silla que había al lado y puse la máxima atención en lo que se decía en la tienda.
-Antes de la boda nadie habría esperado esto. Ni siquiera después. Ese traidor ha ido haciéndose con el reino poco a poco. Ha formado un grupo para echarnos de aquí. Y nos tiene a raya por eso. Cada vez tiene más adeptos, aunque la mayoria están hechizados, engañados o simplemente o se atreven a plantar cara.
-¿Y quién es exactamente?
-Nadie lo sabe con exactitud. Unos dicen que uno siervo del diablo, otros que sólo quiere poder, que le desterraron de su tierra...
De repente el rey calló y miró a su mujer severamente. Nos invitaba a irnos de la tienda. No querían que supiesemos algo, y a la reina le molestaba. Era su hija la que estaba allí dentro y quería estar al tanto. Pero era su marido, y su rey, quien la impedia estar conforme con ello. De manera que salimos de la tienda y nos encaminamos a otra más pequeña pero a la vez más confortable, con unos almohadones que hacían las veces de cama. Nos sentamos allí las dos, sin apenas terciar palabra. El miedo aprisionaba a la reina, justo cuando menos lo necesitaba, como a todo el mundo.

Gracias por la espera, Anne. Dejo el siguiente capítulo.

XVII – Anhelos.

La reina hacía rato que se había ido ya, con la excusa de querer descansar. De manera que cogí el libro que un día me dio su hija y me acomode en los almohadones para ojearlo.
La tienda se abrió ligeramente y apareció Evarion por fin. Sin mediar palabra, vino y tumbó en los almohadones, apoyando la cabeza en mi tripa. Resopló un par de veces. Yo dejé el libro a un lado.
-¿Qué ha pasado?
-Las cosas no pintan bien, es sólo eso.
-Sólo... ¿Seguro?
Fijaba su vista en la lona del techo, evitando cruzar la mirada. Yo sabía que había algo más y el no quería que lo supiese. Nos quedamos callados. Decidió no contestar a mi pregunta incluso antes de que la formulase. Mi mano se posó sobre su alborotado cabello, jugueteando con los mechones. Me hacía sentir segura tenerle tan cerca.
-Íobrel, cuentame algo – pidió.
-¿Algo como qué?
-No lo sé... Lo que quieras para que no piense más en esa maldita tienda en la que nunca debimos entrar.
El asunto debía de ser peor de lo que sospechaba.
-¿Les echas de menos? A tu familia...
-Claro. Me arrepiento mil veces al día de haberme ido. Pero luego lo pienso y no ha sido tan malo. Mi madre lo tiene que estar pasando peor. Soy la segunda que se le va.
-¿La segunda?
-Sí, Harold se cansó un día y se fue. Nunca estuvo conforme. No le gustaba acatar las reglas. Los hijos aprenden el oficio del padre en su mayoría, excepto algunos que entran en un taller de niños para ser aprendices, de alguna otra especialidad. Mi padre era herrero. Y Harold quería ser músico – se me escapó una sonrisa.
-¿Y tú?
-Bueno, yo me pasaba el día en casa con mi madre. Lo único que tenía que aprender era a soportar al marido que me pusieran... Y tampoco quise... Pero había veces, si mi padre y mis hermanos no ganaban lo suficiente, que la reina me reclamaba como menina o algo así y me iba a servir al castillo. Nada de mucha importancia, les ayudaba a vestirse, les preparaba los baños, ayudaba a hacer la comida... Eran mis muñecas.
-Eso ha tenido gracia – dijo tras una risotada -. ¿Cómo es el castillo?
-Supongo que como todos. Pero tiene un jardín enorme, con unos árboles altísimos. Puedes encontrar prácticamente todas las variedades de plantas que quieras. Es un regalo para los sentidos ir en primavera... Y había una puerta de hierro, escondida entre la enredadera del muro sur... Decían que por allí entraban los amantes de las princesas. Tiene un candado colgando de uno de los barrotes. Está abierta casi siempre. Y yo decía que era una estupidez tener allí esa puerta, porque si alguna vez atacaba el enemigo y sabía de ella, podría entrar en el castillo por las buenas...
Se hizo el silencio unos instantes. Aquella puerta... Para mí no había sido una estupidez.
-La puerta de forja fue mi vía de escape. Aproveché que la princesa se iba para darme a la fuga...
-Entonces te vino de perlas.
Volvimos a callarnos. Evarion cerró los párpados. No quise contarle más porque supuse que ya estaría lo suficientemente lejos. Los dos estábamos lo suficientemente lejos. Entonces vino a mi mente la imagen de Esmeralda. ¿Cómo estaría? Quien fuese la tenía allí encerrada, quién sabe si ya la habría matado... Ya tenía lo que quería de ella.
-Creen que yo tengo la culpa, ¿verdad?
Y como si Evarion hubiese oido mis pensamientos empezó a hablar sobre lo ocurrido en la tienda y lo que sabían hasta el momento de lo que pasaba dentro del castillo.

Holaa!! que guayyy!!! Edhelgrim te obligo a continuar el fic y no dejarnos asii!!xD

Un beso, nos vemos!

Oye. ¿Cómo puedes dejar la historia así?Apiadate de nosotra por favor. Que deseo (creo que tambien desean saber los demas) lo que sucede con Esmeralda, con el reino, entre Iobrel y Evarion y que sucede con el conde que persigue a Iobrel y si se logra reconciliar con su familia. Porfa cuando puedas continua escribiendo si?. Gacias la historia esta muy buena. Gracias por la bella historia. Os manda saludos y cariños
Carol.

Siento haber dejado el fic así, pero estoy dedicandome casi por entero a terminar 'Desvelo'. Tengo previsto, para cuando termine el otro, continuar con este y editarlo para corregir los posibles errores de la trama. No obstante, os voy a dejar el útimo trozo que escribí, en cronolgía con lo que viene después. Es cortito, pero espero poder poner el final dentro de poco.
Y muchiiiiiiiisimas gracias por comentar

XVIII – La tienda.

-No digas eso, Íobrel – dijo incorporándose un poco.
-Sabes que es verdad.
Inspiró profundamente, como si buscara -en vano- un último aliciente para mantenerme alejada en la medida de lo posible de todo aquello. Me conmovía en cierto modo su aptitud hacia mi.
-Dicen que las desgracias llegaron contigo. Que nunca se había sublevado ningún pueblo de nuestros dominios hasta que tú llegaste. Y a Esmeralda nunca se le habría ocurrido casarse de aquella forma tan impropia de ella. Fue todo tan deprisa. Ni yo me habría ido. Porque ella no te habría cogido cariño y no me hubiese pedido que te acompañara en tu viaje – evité mirarle por unos momentos -. Te tachan de bruja o algo por el estilo. No saben qué tienes en contra nuestra, pero están completamente convencidos de que tienes algo que ver con ese traidor.
-¿Por qué me lo cuentas?
Él sostuvo mi rostro entre sus manos, obligándome a mirarle a los ojos como si no hubiese otra cosa en el mundo que él y yo. Dos lágrimas se resbalaron desde mis ojos, corriendo por mis mejillas.
-Porque sé que no es verdad – dijo atrapando una de ellas con los dedos.
Aquellas seis palabras me reconfortaron. Me hicieron sentir mínimamente mejor entre aquel mar que ahogaba todo. Pero las lágrimas no dejaban de brotar tontamente. Sentía a Evarion cada vez más cerca. No sabía si para bien o para mal, pero ese simple hecho me hacía olvidar todo lo que quedaba al otro lado de las lonas que conformaban la tienda. Acercó sus labios a mi mejilla y atrapó con ellos la otra lágrima que se había escapado. En todo aquel tiempo que llevábamos deambulando por la Isla, esta era la primera vez que le sentía tan cerca de mi. La primera vez que sentía sus labios sobre mi piel.
-No fui contigo sólo porque ella me lo pidiera... - musitó contra mi mejilla. Sus labios fueron a dar en la comisura de los míos...
-Mañana voy a entrar. Intentaré recuperar lo que nos quitaron.
Mañana. ¿Qué distaba de ese momento tan dulce que acabábamos de vivir de la palabra mañana? Tan sólo unas horas. Tan sólo un susurro que nunca quiso que saliese de sus labios con el sabor salado de las lágrimas. Le abracé, apretándole contra mi pecho, como si asípudiese evitar lo inevitable. Él iba a afrontar su destino. Iba a enfrentarse a él y ser lo que nunca había querido ser. Le envidiaba, en cierto modo. Era capaz de plantarle cara a sus miedos mientras que yo sólo podía llorar al verme ante la verdad de mis actos. Entonces decidí el final de todo aquello. Evarion debía ser un ejemplo a seguir para mí de aquel momento en adelante. Entraría con él en el castillo. Haría lo que estuviese en mis manos para sacar a aquel pueblo de su desdicha, aunque me costase la vida. Esto supondría la limpieza de mi nombre y de mi familia. Si por cosas del destino, salía viva de allí, volvería a mi norte, con los míos, y afrontaría mi destino como Evarion iba a hacer con la salida del sol del día siguiente.

Hallo! Y no me avisas que lo habias continuado, que fuerte me parece xD
Que bien, un cara a cara, con las ganas que tengo yo de sangre ultimamente xD
Continualo cuando puedas, un beso!