Mis relatos

Yo lo que más escribo son relatos cortos, aunque estoy intentando escribir un libro de fantasía. Para estrenar el hilo voy a poner el último microrrelato que presenté a un concurso y que aunque no tuvo éxito a mi me encanta. A ver qué opinais vosotras:

La música...
La música siempre ha sido una gran influencia en la vida de cualquiera. La música siempre fue y será uno de esos grandes amigos que no defraudan, junto con la literatura.
Un día llegas a casa cansada de todo, con un dolor de cabeza monumental porque la recta final del curo ha terminado con cuatro exámenes en un día, tus amigas discuten, él no te mira... Enciendes la tele y el mundo parece irse a pique. Todo se desmorona, lenta y dolorosamente, para que seas consciente de ello.
Apagas la televisión y tiras el mando a ditancia encima de la mesa, escondes los libros de texto y los apuntes donde no los puedas ver en una temporada. Entras en tu habitación y das un portazo sin escuchar la queja de tus padres ni tus hermanos por ello. Estás sola. Justo cuando necesitas a alguien. Un par de Cds hacen que los rayos del Sol que entran por la ventana se reflejen en tu cara. Enciendes la minicadena. Música lenta, nostálgica, y la voz de un hombre que cuenta una historia imposible hacen que afloren esas lágrimas que contenías. Cambia la música y poco a poco se te despeja la cabeza, entiendes que esa discusión pasará y todo volverá a ser como antes, ahora él te mira, el mundo deja de desmoronarse...
Y te quedas dormida, tirada en la cama, con la cara húmeda por las lágrimas y el arrullo de una voz melódica que entona versos que hacen posible lo imposible con el acompañamiento de una guitarra. No estás sola.

Esta muy bien!

Escribes muy bien^^!

A ver si pones mas cosas

Me alegro de que os haya gustado ^__^

Aquí va algo que he escrito hace unos tres días, el martes o así. No es que sea muy bueno, pero creo que expresa un puñado de sentimientos sin sentido, que es de lo que se trata.

Semana de decisiones... Los cambios oportunos - o quizás no tanto - están en marcha-. Aún hay tiempo para recapacitar sobre ellos... Aún hay tiempo para recapacitar sobre todo. Y es es, tal vez, lo peor.
De manera que he recapacitado y he decidido olvidar. He decidido olvidarme de esa persona a la que no conozco y a la que sospecho que no voy a tener el gusto - o el disgusto - de conocer. Lo siento. Tal vez encuentre sustituto, tal vez no. Pero no puedo estar siempre esperando a que aparezcas para ni siquiera mirarme. No estoy dispuestaa seguir pensando en tí, ni a engañarme más a mí misma. Aunque qué dulce sabe sabe la mentira en estos casos.Voy a dejar de imaginarme que me rescatas cuando lo necesito. Voy a abrir los ojos y a dejar de soñarte en los versos que leo a diario. Voy a dejar de teclear tu nombre para saber sólo si estás bien. Voy a dejar de infundirme tontas esperanzas que sólo me van a perjudicar a mí. Voy a dejar de escribirte en mis líneas cada equis tiempo - ¿qué sentido tiene hacerlo? - , aunque eso conlleve buscarme otro alguien para que salgan derechas y con algún sentido. Voy a olvidarme de que existes. Voy a voler a ser yo, sin tí, como siempre. La de siempre. Y cuando te vuelva a ver ya no habrá nada en mis ojos, y todo pasará sin que tú lo hayas sospechado nunca, quedando encerrado en ese rincón de mi memoria dedicad a los recuerdos que no pueden volver: lo wque perdimos sin que llegase a nada. Las heridas las cura el tiempo. Todo lo cura el tiempo, tarde o temprano, dicen...
También dicen que nunca es tarde... Hasta que lo es.

Justmente es eso, Netzara. Yo también llevo siempre la libreta y el boli, por si acaso, y siempre me viene bien. Como tú dices, es cuando el boli no deja de escribir, sabes que no puedes parar porque etonces la inspiación se va a ir y no quieres dejarla pasar porque luego va a costarte volver a encontrarla...

Lo que viene a continuación lo escribi hace unas semanas, en un arrebato que no sé muy bien si gue de lcura o de cordura, pero tenía la imperiosa necesiad de decirle al mundo todo, aunque no he tenido el valor para dejarle leer esto a quienes de verdad va dirigido.

Lo siento, de veras que lo siento. Pero no sabes lo diícil que es para mí ser yo. No sabes lo difícil que es sentir como la insguridad y la incertidumbre se apodera de mí día tras día. Sentir un ardor de vergüenza cada vez que alguien a tu alrededor ríe o cuchichea y no sé porqué, creyéndome blanco de esas miradas, esas risas y esas palabras silenciosas de mofa. No sabes lo sola que me puedo llegar a sentir en una habitación atestada de gente. Ni tampoco lo inútil que soy al comprobar que no supero ninguna de esas estúpidas pruebas físicas, ni esas otras psíquicas que unos y otros me imponen cada día. No sabes lo que anhelo ser esa niña "normal" con su castigo de verano por la asignatura suspensa y que aún así se pasa las horas hablando por teléfono con sus amigas, contándoles que aquel chico de la discoteca la llamó el otro día. No sabes la envidia que me da no ser esa adolescente que pasa por la calle con la minifalda y los tacones, agarrada por la cintura de su novio. Y esa otra que se sabe de pe a pa los nombres de todos los concursantes de esos inservibles 'realities shows'. O aquella que disfruta yendo de compras para luego estrenar en el botellón del sábado. Y aquella del aro en la nariz, con el cigarro en la mano, la botella en la otra y los ojos enrojecidos. Lo siento si os he decepcionado, pero yo no puedo ser como vosotras. Como si el tener que haber elegido entre todo eso y el vivir de las letras hubiese sido fácil - aunque para algunas de las cosas no se me haya presentado la oportunidad -. Cuántas veces daría poder sentarme a escribir sentimientos que no leerá nadie por ser otra persona.
Lo siento también por encerrarme en las pocas cualidades psíquicas que tengo y hacer gala de ellas cuando me es posible. Tampoco es que una sea muy agraciada exteriormente, no creo que a la gente le interese el físico de una adolescente acomplejada... Aunque llevo mucho tiempo cuestionándome si el resto les interesa un mínimo.
Lo siento por esa inmadurez que a veces sale a flote y se rebela en mi contra. Lo siento por no "ser niñera". Ya sé que ser madre no será lo mío. Gracias por el aviso.
Lo siento por esa violencia que en ocasiones me invade, por no ser lo suficentemente interesante para que la gente sienta curiosidad por mí, por no abrir mi corazón a la primera persona que pase por la calle -ni a la última -, por reprimir las ganas de llorar cuando deberia estallar.
Lo siento si algún día, al pasar por allí con la intención de estar cinco minutos contigo, te molestó algo que hice o algo que dije... Lo siento si ya no confías en mí, aunque yo confie en tí. Lo siento si ya no somos lo que éramos. Siento si he cambiado mi comportamiento - aquel que hizo que me aceptaras - de un tiempo a esta parte por otro más insoportable y que ya no te resulte aceptable. Creeme que esto es lo que más siento e todo. Lo siento porque la distancia es cada vez mayor (¿te acordarás de nosotras cuando llegue septiembre?). Lo siento por preguntar cuando no debía y preocuparme cuando no había motivo, sin darme cuenta de cuando era necesario hacerlo. Verás a estas alturas que hasta aquí llega mi torpeza. Lo siento por fallarte.
Lo sento por haberme fijado aquel día en tí, aunque tú no lo sepas, aunque sea mejor que no lo sepas nunca. Lo siento por espiarte en secreto y por esos tontos celos.
Lo siento por haber elegido este camino por creerlo el mejor. Me equivoqué (como tantas otras veces), pero ahora no voy a dar vuelta atrás. ¿Demasiado tarde? Puede. Pero es que ni quiero ni puedo volver a empezar de nuevo.
Lo siento si os resulta pedante la queja de una masa humana descontrolada disculpandose de cosas sin, aparentemente, sentido. Lo siento, de verdad que lo siento.

Me halaga enormemente que te haya llenado Netzara.
Y es un placer compartir estas cosas, así me siento más... libre.

Gracias a ti por leerlo.

La verdad que no se que decirte,me he quedado sin palabras,lo veo super dificil escribir

y por ello os admiro a todas las que lo haceis.

me encanta si tienes mas cosas pon las que si nadie hasta ahora a querido leerlas yo si lo hare.

eres un cielo.

besos.

Voy otra vez u poco en la línea del último relato, pero es que no consigo quitarme el pequeño asunto de encima...

Hay veces en que los cambios son buenos. Otras veces, simplemente son cambios que no llevan a ninguna parte. Y hay una tercera posibilidad de que los cambios sean para mal. No sé en realidad como decir lo que tengo que decir. Según Oscar Wilde, para escribir sólo hacen falta dos cosas: tener algo que decir y decirlo. Y en mi vida siempre me ha faltado la segunda parte de la fórmula. Siempre – o casi – me he callado porque es más cómodo. No dar explicaciones y resignarte a que los demás piensen lo que quieran de tí y de tus silencios. Que tu los llenas con las otras palabras, las que no se oyen, las que son de tinta y de papel y da la casualidad de que duran más, que no se las lleva el viento, sino la ignorancia, o el no querer verlas. Y si a alguien le resulta raro, qué le vamos a hacer, nadie es perfecto, y yo no iba a ser menos. Como siempre daré cien mil vueltas al asunto y al final no dejaré nada en claro, pero al menos lo intentaré, porque me estoy cansando de que la gente no entienda lo que quiero decir, que no entienda o no lo quiera entender. Y es que si alguien es feliz, ¿qué importa cómo lo sea? ¿Acaso hago daño a alguien por ser así? ¿Acaso molesta que no me quiera conformar con lo de siempre, con lo que tú te conformaste?
Lo siento, pero yo no estoy hecha para esa vida. Ni esa vida está hecha para mí. En estos años, que aunque pocos son todos los que abarca mi existencia, nunca creí que tuviese la necesidad de decir esto. Creí que la gente no iba a procurar que fuese como ellos. Pobre engenua. Dices que no es el buen camino, que me arrepentiré. ¿Acaso has mirado al futuro? Dices que todavía hay tiempo de cambiar. ¿Acaso sabes que quiero cambiar? No, no quiero. Esa es la respuesta. No he decidido ser así, por eso no puedo cambiar. Y no me quiero conformar con esa “diversión” descerebrada de la que me hablas, de la que todos me hablais, tan bien, y que a mi no me llama la atención por ninguna parte. Creí que cuando aquel artículo me hizo el favor de revelarme lo que me esperaba y deciros a vosotros lo que sentía se iba a acabar todo. Que me dejarías seguir por donde voy, sin más interrupciones, sin más intentos de cambios. Otra vez me equivoqué. ¿Qué pasa si no quiero ser como tú? ¿Qué pasa si no quiero ser como todos? ¿Qué pasa si no puedo sero? Cada uno es cómo es, decís siempre, fingiendo tolerancia. ¿Y yo qué? ¿No puedo ser cómo soy? Cuánta gente como yo se habrá visto interrumpida, en medio de un soneto hermoso, o de una obra maestra por gente como vosotros y lo avandonó, perdiéndose así los grandes genios que pudieron ser y no fueron. Y no son. Y no serán. Yo no quiero perder la oportunidad, aunque tenga que luchar una y otra vez contra los cambios, y seguir adelante sola. En realidad siempre estamos solos, en todo, aunque nos empeñemos en revestir la soledad de apariencias. Hay gente que muere sin saberlo, y otra gente que se da cuenta demasiado pronto. No sé cual de las dos cosas es peor. En realidad, lo único que quiero es que me dejeis vivir como yo os dejo a vosotros. Que ya no puedo cambiar, que nunca he podido hacerlo. Lo siento mucho si os decepciono porque no quiero seguir vuestros pasos, pero necesito seguir los míos propios. Que soy feliz a mi manera, con mis libros, con mis películas, con mis pensamientos... Es mi modo de vida. No lo elegí yo, me eligió él a mi. Y estoy conforme.
Y no, nadie dijo que fuera fácil, pero tampoco dijo que tuviese que avandonar por no serlo. Porque la recompensa está aquí, ante mis ojos, ante los tuyos, al poder escribir lo que siento, porque lo siento, y al conformarme con mi inconformismo.
Pero si os sirve de algo, de consuelo, por ejemplo: estuvisteis cerca de conseguirlo.

Acabo de escribirlo. No estoy segura de que me guste, pero ahí va:

¿Miedo? ¿Estás ahí? Claro, siempre estás ahí. Pero sales cuando menos te conviene. No, claro que no tienes la culpa de ello. Sí, te doy la razón. La culpa es mía, por no ser capaz de ignorarte. Pero es que siempre vuelves a salir cuando no te necesito. Siempre ahí, al acecho. Sí, te sentí anoche al dormir, al soñar... Y esta mañana, al despertar y ver el sol entrar por la ventana, cansado de acompañarte en cada amanecer. Tú, que estás detrás de cada lágrima, detrás de cada silencio. Y dices que no tienes la culpa. Miedo. Tu nombre, que resuena en mi cabeza cada día, cada hora, cada instante crucial... Miedo, que te has burlado de todo, que eres tú quien nos domina. Y aún así no estás contento. Miedo, que sonries desde lo alto esperando con ansia a que caigamos. Miedo, si, eres tú quien me acompaña.
Pero ahí detrás hay una luz. No me dejas verla. Aparta, sólo un segundo. Déjame ver... Ahí está. Una mano amiga, una mirada, una sonrisa. La luz para vencerte. La luz para reemplazarte. La luz para olvidarte. Sigues ahí, a mi lado, pero nos separa otra distancia. Ahora voy de la mano de la Felicidad, mirándola a los ojos, viendo su sonrisa. Pero estás ahí, en un rinconcito. ¿Cuánto vas a tardar en aparecer ahora? Pero no te veo. No te siento.
¿Miedo? ¿Estás ahí? Dime que sí, Miedo, porque temo perderte.

Pick a star in the dark horizon and follow the light

La noche se cierne ya hace rato por encima de su cabeza, poblando el cielo de pequeños y luminosos puntos. El horizonte le da la bienvenida al rocío y la oscuridad. La luna sonríe ingenua desde lo alto. Ella ve las estrellas de cerca. Ella es la envidia de la figura tendida sobre la hierba húmeda. Una figura frágil, delicada, insensata. Una figura que no ha visto nada y a la que se le acaba el tiempo.
Una mano se cruza con la sonrisa blanquecina, intentando taparla para ocultar sus ansias. Una mente recuerda otros tiempos. Un suspiro resuena en el vacío. Una lágrima car mientras los ojos observan un impasible punto blanco en la oscuridad, ajeno a todo. Un punto que no tiene porqué estar ahí. La mano se desplaza hasta él. Los dedos se unen, aguantando la ewstrella del oscuro horizonte para seguir la luz y no caer al vacío.

Me encanta como escribes.

lo que pasa que se te echa de menos.

Pon otros cachitos en cuanto puedas

bss

FELICES FIESTAS

Gracias, Anne.
Os voy a dejar el microrelato que he presentado en el concurso del instituto y que, otro año más, no ha tenido la suerte de ser elegido. Al año que viene será...

¿Qué es?
Luces de colores con formas de estrellas, campanas, lazos o abetos. Las tiendas tiñen sus escaparates de copos de nieve y borlas de colores brillantes. De los balcones cuelgan luces parpadeantes y señores vestidos de rojo con canosas barbas trepan por las fachadas.
Las calles son un ir y venir e espectros con abrigos y bufandas, con las manos asidas al consumo, los alientos vaporizados al salir de los cuerpos febriles, que ignoran los ojos anhelantes del mendigo al oler las castañas asadas de la anciana de la esquina, tapados con el sonido de sus pisadas en el pavimento.
Y la pregunta aflora a los ojos llorosos del mendigo: ¿qué es esto? Dirige la mirada hacia el cielo blanco. 'Feliz Navidad', dicen las luces de colores cegadoras.

Me ha encantado!

Como es que no ha ganado???